*Por Santiago Jesús Manuin Mayan
Estoy viviendo 26 años, desde
que nací hasta mi juventud, en
la provincia de Condorcanqui.
Estimo que nuestro pueblo,
actualmente, tiene
aproximadamente 70 mil
habitantes que viven en una
extensión territorial de
aproximadamente 30 mil km2
de la Amazonía.
Particularmente, en estos años
estoy notando muchos cambios
culturales, sociales y políticos, positivos y negativos, que están atravesando en las
comunidades Awajún y Wampis del Alto Marañón. En mi calidad de joven analizo y me
pregunto permanentemente ¿Por qué se están dando tantos cambios negativos en
nuestra sociedad local? Aquí algunas respuestas que puedo esbozar.
Nací en la quebrada de Kashap que antiguamente formaba parte del territorio de la
comunidad nativa de Atsakus. Fueron mi padre Santiago Manuin, el Sr. Antonio Bais
Yagkuan y algunos otros comuneros quienes titularon la nueva comunidad y la
denominaron con el nombre de Comunidad Nativa de “Kashap”. Recuerdo que en aquellas
épocas había paz, tranquilidad, comprensión en la comunidad; existían suficientes
animales para la caza y peces en abundancia. La gente no pasaba hambre y no necesitaba
de la “caridad” de las empresas extractivistas como ahora. Yo crecí sano y saludable,
hasta que dejé la Comunidad por razones de estudios. Desde ese entonces ha pasado
mucho tiempo que no vivo en mi comunidad; no obstante, sigo teniendo terrenos con
plantaciones y cultivos, de modo que aún formo parte de la Comunidad. Esta es la
razón por la que me produce dolor ver las malas condiciones de vida en que se encuentran
mis hermanos y hermanas de la Comunidad de Kashap y de la provincia de Condorcanqui.
Un asunto que me preocupa es la instalación, sin ningún tipo de consulta previa según el
Convenio 169 que ampara a los Pueblos Indígenas, de una empresa extractivista en el
territorio de Kashap. En el territorio comunal se ha instalado, hace 04 años, una
plataforma de perforación para la extracción de petróleo sin que la Comunidad tenga la
información adecuada para analizar los impactos socio-ambientales negativos que
causarían esas actividades en la sostenibilidad del territorio, en la cultura y en la
sociedad Awajún. La comunidad ha aceptado que la Empresa realice la exploración
petrolífera gracias a artilugios de los operadores de la empresa que van sobornando a
las autoridades y comuneros. Se está poniendo en riesgo, sobre todo, el bienestar de
las futuras generaciones de Kashap y de la sociedad Awajún y Wampis de Condorcanqui.
Una cosa que se debe tener en cuenta es que seremos los jóvenes los que tendremos
que asumir los pasivos ambientales dejados por los impactos negativos de la empresa,
puesto que los viejos de hoy ya no estarán. Lo que pase con el territorio será por el
capricho egoísta de unas cuantas personas que por intereses personales ponen en riesgo
al pueblo Awajún Wampis. Esta es la razón por la que dirijo estas pequeñas reflexiones
a todos los jefes de diferentes comunidades, comuneros(as), lideres(as), dirigentes, a
la sociedad occidental y, especialmente, a los y las jóvenes de hoy que están interesados
a conocer la realidad de la zona. Ellos deben conocer que el verdadero desarrollo no
consiste en acabar con todas las riquezas naturales que tenemos en nuestro territorio
tales como árboles, ríos, quebradas, manantiales, animales, aves, peces, etc. La empresa
propone a las comunidades un desarrollo a la medida de las millonarias ganancias que va
a lograr con la explotación del petróleo. Por eso, la empresa invierte dinero en sobornos
a los apus, a los líderes y otras autoridades de la zona, aprovechándose de sus
necesidades, muchas veces fruto de la ociosidad para trabajar la tierra. La empresa
reparte mucho dinero y a eso le llama desarrollo. Los que piensan en ese tipo de
desarrollo creen que la riqueza es el dinero. Creo que ellos deben saber que el dinero no
se come, no se bebe, ni se respira. Al final, simplemente, el dinero se acabará. En cambio,
nuestro territorio quedará contaminado y, por lo tanto, afectará a miles de nuestros
hermanos y hermanas.
Los empresarios cuando quieren
ingresar a explotar los recursos
naturales ofrecen a las comunidades
muchas cosas. Por ejemplo, seguridad de
trabajo, becas, infraestructura, etc., y
ellos los animan a trabajar. Sin embargo,
haciendo un análisis de fondo a la
situación presente y futura, el
desarrollo que realizan las empresas
extractivistas no es sostenible, sino al
contrario, se trata de un desarrollo con
muchas ganancias en dinero para ellos, pero que destruye el medio ambiente, el bosque,
la identidad, la cultura. Cabe preguntarse ¿en qué país o pueblo indígena donde habido
presencia de empresas extractivistas se ha dado un desarrollo sostenible para las
comunidades? Nosotros sabemos que después que los recursos naturales se han agotado
lo que siempre ha quedado es la destrucción social, cultural y ambiental, con grandes
problemas socioambientales y económicos para las comunidades locales.
Analicemos dos ejemplos. En primer lugar, el caso de los Pueblos Indígenas Achuar. En la actualidad, ellos se encuentran en una situación muy lamentable pues no
tiene agua limpia, sus ríos están contaminados, las tierras han perdido la capacidad de
producción, no tienen la cantidad de alimentos necesarios para comer y las personas
sufren muchas enfermedades. En segundo lugar, las poblaciones de la región de
Cajamarca. Veinticinco años con la minera Yanacocha sacando oro, y actualmente es una
de las cuatro regiones más pobres del Perú (Según Estadísticas del INEI). Por
consiguiente, yo llamo a ésta una situación mafiosa que saquea y extermina al pueblo con
toda su cultura, costumbres, creencias, etc.
El pueblo Awajún y Wampis no debe ser sorprendido por aquellas personas foráneas. No
debemos permitir a que un grupo de supuestos dirigentes detengan el destino positivo
de nuestro pueblo. Como jóvenes tenemos que luchar liderando a otros pueblos étnicos
en la defensa del territorio. Si nosotros no defendemos a nuestra madre tierra, de aquí
a 10, 20 o más años, el único desarrollo que habremos alcanzado será ser peones mal
pagados de las grandes empresas. Es decir, ¡nosotros mismos seremos mendigos y
limosneros en nuestro propio territorio! La estocada final será la desaparición de
nuestro pueblo, nuestra cultura, nuestra propia espiritualidad y nuestras cosmovisiones.
Por supuesto que nosotros no queremos que pase esto en el futuro.
Por eso, debemos reclamar nuestros derechos colectivos como pueblo indígena, de modo
que seamos respetados. ¿O acaso queremos seguir siendo vulnerados en nuestros
derechos como otros pueblos indígenas? Quiero motivarles a que recapacitemos, no
pensemos solo en el hoy, que pensemos en el futuro de las nuevas generaciones. Además,
es un derecho colectivo defender el territorio porque implica tener reconocimiento de
las formas de administrar o de usar la tierra, según los conocimientos propios de nuestro
pueblo, que también implica la propiedad y posesión sobre las tierras que tradicional y
ancestralmente ocupamos.
Lo dicho no significa estar en contra de la inversión privada, ni de la inversión pública.
Al contrario, queremos que la inversión llegue pero que sea hecha de la mejor manera,
que no ponga en riesgo a nuestro territorio ni a nuestro pueblo, que sea trasparente y
que beneficie a todos. Seamos conscientes que nosotros tenemos nuestro propio
proceso y formas de comprender el desarrollo el cual debe ser analizado y reflexionado
bajo el concepto del “buen vivir”, “Tarimat Pujut /Tarimat Pujut”.
El desarrollo sostenible no ocurre tan sólo con la llegada de las empresas extractivistas.
Hay muchas formas de realizarlo sin poner en riesgo nuestro medio ambiente, nuestra
biodiversidad. Nosotros tenemos que buscar un desarrollo sostenible que implique
mejorar los diferentes aspectos de nuestra vida
(social, ambiental, económico, cultural, y
político). Por ejemplo, nosotros podemos
desarrollar la agricultura familiar bajo el
enfoque de la seguridad alimentaria que
garantiza la alimentación familiar sin destruir la
naturaleza. Nosotros podemos trabajar de
manera decente incentivando y concientizando,
sembrando diferentes tipos de cultivo, criando
aves y peces, haciendo plantaciones forestales
de corto, mediano y largo plazo. Nosotros
podemos buscar mercado para comercializar
nuestros productos como el plátano, el cacao, el
maní, etc. En este sentido, los dirigentes, en
lugar de estar limosneando ante las empresas, deben aprender a identificar el interés
común de toda la población. Asimismo, las organizaciones, tienen la tarea de acompañar
a las comunidades en la búsqueda de la calidad de vida sana y saludable. Ellas deben
integrar al Pueblo Indígena de manera sólida teniendo una buena propuesta política. Las organizaciones deben gestionar en el Estado Peruano un Plan Estratégico diseñado de
acuerdo con la realidad del pueblo, una propuesta desde la visión del Pueblo Awajún y
Wampis del Alto Marañón.
Finalmente, quiero compartirles que he comprendido precisamente la alternativa y
modelo de desarrollo sostenible que debemos contar, en el año 2014 he trabajado en
SAIPE en un proyecto denominado “Fortalecimiento de Capacidades para el Manejo
Sostenible de los Recursos Naturales en las Comunidades del Alto Marañón – Perú”, a
través del cual llegamos a 12 comunidades para promover actividades de reforestación.
Como técnico extensionista, yo he sido responsable de llevar la atención técnica a cuatro
comunidades del distrito de Río Santiago: Nueva Esperanza, Boca Chinganaza, Belén y
San Rafael. Trabajamos con 10 familias beneficiarias en cada comunidad y con sus
Instituciones Educativas Secundarios y Primarias las mismas que tienen la tarea de
reforestar y usar tecnología de abono verde a base de mucuna para recuperar suelos.
La reforestación es una manera de recuperar las
especies nativas forestales, frutales, y
medicinales, etc. Las familias participantes del
proyecto están comprometidas en la siembra de
estas especies para que puedan aprovechar
sosteniblemente sus beneficios. Yo tengo que
compartir que al inicio de este trabajo las
poblaciones de algunas comunidades no mostraban
mucho interés por las actividades de
reforestación, sin embargo, en el transcurso de
los meses, con la sensibilización y las experiencias
exitosas, han ido entendiendo la importancia de
reforestar. Las familias han ido percibiendo que
en el Bosque Amazónico los árboles maderables se
están acabando debido a su explotación con fines
económicos. Si bien es cierto, la reforestación es un trabajo de largo plazo, las familias
son más conscientes que están asegurando su futuro y el de sus familiares.
De igual manera, en este proyecto las familias están trabajando la tecnología de la
cobertura verde como abono el mismo que consiste es la instalación de parcelas con
mucuna. Ésta es una especie de leguminosa que tiene vaina que se siembra especialmente
para la recuperación de suelos degradados o suelos infértiles. La mucuna cumple el papel
importante de aportar nitrógeno (N) al suelo a través de sus hojas. Cuando cumple su ciclo vital de 8 meses, la parcela queda lista para que sea utilizada con otras siembras.
Además, este tipo de cobertura se utiliza para realizar rotación de cultivos de tal
manera que se aprovecha mejor los suelos y no hace mayor presión al bosque.
Finalmente,
me alegra mucho que muchas comunidades estén trabajando con bastante dedicación
este proyecto de Fortalecimiento de Capacidades para el Manejo Sostenible de los
Recursos Naturales, y espero que instituciones como SAIPE u otras continúen apoyando
bastante en alternativas y tecnología para un verdadero desarrollo de las familias y del
territorio amazónico.
* Técnico Agropecuario de SAIPE, egresado del Instituto de Educación Superior Tecnológico Fe y Alegría N°
74, Santa María de Nieva (Amazona, Perú)
Fotos: Santiago Jesús Manuig M.
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