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lunes, 27 de enero de 2020

Pensar la política en Perú: sobre la configuración del nuevo poder político en 2020

*Por Wilson Atamain
Atamain Image copyright © Wilson Atamain
Image caption El ascenso al poder de partidos como UPP y FREPAP son calificados como anomalías atípicas de la que hay que buscar cierta explicación

Viendo una mueca despectiva de un innombrable conductor de televisión limeño durante la entrevista vía microondas a un miembro de FREPAP, me veo obligado a verter algunos comentarios respecto a los resultados de las elecciones del Congreso de Perú. Para muchos el ascenso al poder de partidos como UPP y FREPAP son calificados como anomalías atípicas de la que hay que buscar cierta explicación que satisfaga la curiosidad mientras surgen comentarios despectivos en los principales medios limeños que no hacen mas que reflejar la ceguera que impide conocer el Perú en su real dimensión.

Este escenario me parece comparable con el impacto que causó la guerra con Chile y la bofetada a toda la elite peruana. Posterior a este evento, se produce un largo debate sobre por qué, quién, cómo se pierde la guerra. Un debate para encontrar culpables. Este escenario del fracaso hace que algunos se cuestionen la idea de nación. Que en Perú las élites dominantes se habían empeñado en crear una estructura excluyente, de discriminación a las poblaciones originarias y una ridícula forma de organización social basada en una dinámica de “blanqueamiento” que no hizo más que crear desigualdades por doquier. Esta problemática se describe de forma tan elocuente en las afirmaciones del viejo Cusasquiche en los Cuentos Andinos de López Albújar (1920): ¿por qué vamos a hacer causa común con mistis piruanos? Y agrega: mistis piruanos nos han tratado siempre mal. Aunque en el cuento el indio Aparicio logró convencer a los indios y deciden apoyar a los “mistis piruanos”, el escenario de la desigualdad no cambiaría en nada después de la guerra con Chile.

No olvidemos que esta misma dinámica de exclusión estructural y sistemática fue el caldo de cultivo que activó la violencia política en Perú. En aquellos años, los militares violaban a las mujeres en la Amazonía, los policías daban puntapiés a los andinos que no se “dignaban” a inclinarse sobre el suelo en señal de reverencia y los indígenas en general fueron los “males” que habría que demoler desde su cimiento genético. Está demás decir, que no importó a la élite de Lima la masacre de poblaciones andinas hasta que las bombas explotaron en casa.

Si bien es cierto que el racismo y la discriminación agenciada desde las instituciones del Estado ya no constituyen una práctica explícita, que las afirmaciones o actitudes racistas abiertas son hechos condenables, pero aún se mantienen ciertas formas de racismo y exclusión oculta ya sea desde la práctica social como en el nivel estatal.

La configuración en la escena política de partidos como FREPAP y UPP no es un hecho fortuito o casual. FREPAP, es la voz de los ciudadanos sin voz. Su existencia explica la práctica de centralismo monstruoso y corrupto del poder político secuestrado por partidos tradicionales. Al igual que la voz de Cusasquiche, la historia de “mamacha” Tatiana, nos incita repensar el poder político. Expulsada por la violencia política de Ayacucho pasó durante muchos años en Lima. Cuando retornó a su tierra de origen y pidió al ente rector de tierras, reconocer sus derechos territoriales le pidieron un montón de requisitos que fueron diseñados para agotar los esfuerzos de recuperar sus tierras comunales. Triste y agobiada por una enfermedad rara acudió a los religiosos característicos por sus barbas. En esta congregación trataron su enfermedad con mucha oración y la aplicación de medicinas naturales. “Mamacha” relata que vio cómo pateaban los policías a su padre Andrés, mientras su madre lloraba arrodillada suplicando piedad por su marido. Los policías entre torturas múltiples desmayaron a “papa” Andrés y lo arrojaron al basurero. Luego de tomar aliento como gato con más de una vida “papá” Andrés se arrastró moribundo y arribó a casa. Tan pronto se recuperó, huyó de sus tierras rumbo a Lima con toda su familia.

A estas alturas habrá que pensar si la izquierda y la derecha en Perú se pasaron debatiendo asuntos de género, sólo para citar un ejemplo, mientras se desatienden de problemas que incrementan la desigualdad en grupos y/o pueblos indígenas y en el “interior” del país. El asunto de género resulta igual de importante, pero tal vez es hora de seguir los consejos de Jesús en replica a los fariseos: debiste de hacer esto sin dejar de hacer aquello.

Finalmente, antes de hacer muecas ridículas, debemos romper el ADN del colonialismo, la superioridad engañosa que nos conduce al espejismo de la superioridad y conocer que la pobreza no es más que la aplicación del capitalismo a puntapié en nuestras sociedades. Y, saber que mientras la miopía, la indiferencia y la intolerancia sean nuestro pan de cada día, las bombas sonarán y arribarán a casa.


*Wilson Atamain, Antropólogo por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos
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